Llanos Campos es el ejemplo perfecto de que existen premios literarios limpios, muy limpios. Concursos cuyo jurado escoge la obra de mayor calidad, después abre la plica y se sorprende. Se sorprende porque nadie conoce al autor de aquel manuscrito extraño y maravilloso. Porque es un autor novel. Y esto, aunque no lo crean algunos asiduos a tales certámenes, ocurre más veces de lo que nos imaginamos. Así sucedió en el caso de Llanos Campos, ganadora del Premio Barco de Vapor 2014, convocado por la Fundación SM, y que es uno de los premios más prestigiosos que se dan en nuestro país en el ámbito de la Literatura Infantil y Juvenil.
Pero hablemos de la novela. ¿Qué tiene esta historia —se preguntarán, quizás— para ser tan premiada? La respuesta es fácil: lo tiene todo. Aventura, tipos extraños, secretos, islas desiertas, peleas y venganzas. Todo lo que uno puede esperar de una historia de piratas. Intriga y humor con un ritmo que no decae en ningún momento. Personajes bien construidos y un narrador en primera persona (el joven Chispas) que llevará muy lejos al lector, un lector entre los 9 y los 12 años que sin duda no podrá dejar de leer.
El tesoro de Barracuda nos narra las aventuras y desventuras de Chispas, un joven pirata que viaja a bordo del Cruz del Sur y a las órdenes de Barracuda, uno de los piratas más ceñudos y fieros que surcan los mares. El objetivo principal del capitán es encontrar el mítico tesoro del mítico pirata Phineas Krane, que promete ser un sinfín de riquezas sin igual. Cuando logran encontrarlo, la alegría inicial se ve oscurecida al ver aquello que reposa dentro del cofre: un libro. El disgusto que se lleva Barracuda es mayúsculo, porque… ¿qué puede hacer un pirata que no sabe leer con un maldito libro?
El descubrimiento de la lectura y la importancia de aprender es el fondo sobre el que navega esta historia. Pero no se confundan, este es un libro que muestra, pero no alecciona. Es fresco y terriblemente hilarante.
Sentadas en una cafetería de Albacete, entre risas y tés, he tenido la oportunidad de charlar con Llanos sobre su Tesoro de Barracuda y sobre esta experiencia asombrosa que es recibir un premio de tales características.
¿Cómo sucede que uno gana el Premio Barco de Vapor? ¿Cómo se llega hasta aquí?
Esto ha sido una pura casualidad. Yo llevo escribiendo muchos años, aunque esta es mi primera novela, mi primera edición, mi primer premio. Es todo lo primero, pero no lo primero que escribo. Lo que ocurre es que siempre he escrito teatro, y teatro para ser representado. Tengo una compañía, Falsaria de Indias, y en una de las últimas obras de teatro que escribí y que llevo en cartel, que se llama Sololeo, hay una historia de títeres de un niño que está aburrido y va leyendo trozos de cada libro. El niño está aburrido porque nunca se ha puesto a leer. Abre un libro y sale un dragón, una pelea. Abre otro y se va al espacio, y abre otro más y sale una escena de piratas. Así escribí el primer capítulo de esta historia. Yo quería que fuera una cosa cortita, pero de repente me salió muy larga y no podía parar de escribir, me venían todas las ideas a la cabeza, cómo quería que siguiera… Cuando terminé el espectáculo y lo estrené, retomé esta historia porque le veía madera. Escribí el primer capítulo en el que llegan a la isla y encuentran el tesoro, y el tesoro no es lo que esperan: es un libro. Y de repente tenía que continuar. ¿Qué pasaría si realmente hubieran encontrado un libro? La historia se iba formando poco a poco, me salió prácticamente sola. Cuando acabé, pensé: « ¿Qué hago yo con esto? ¿La meto en un cajón? ».
Nunca había pensado publicar nada, porque todo el mundo me había dicho que era muy difícil, que lo es. Pero hablé con un compañero, Pablo Albo, que escribe Literatura Infantil, y me dijo: «Mira, la mejor forma de que te lean en una editorial es presentarte a un premio, porque así el jurado al menos te tiene que leer por narices». Y eso es lo que hice. Miré y vi que las fechas que me venían bien para terminar la novela eran las del concurso del Baco de Vapor. Solo quería que lo leyeran. Me presenté y me olvidé. Cuando me llamaron no daba crédito. Me decía el presidente de SM: «Abrimos la plica y no sabíamos quién eras. Te buscamos en internet y tampoco aparecías como escritora de nada» Y claro, es que era mi primera novela. Ellos tampoco daban crédito. Todo ha sido una locura.
Has irrumpido en el mundo de las letras por sorpresa y por la puerta grande, e imagino que tendrás pensado quedarte.
Hombre, por supuesto. A mí escribir no es que me guste, es que lo hago todo el rato. Lo que no había intentado nunca era publicar, que era la barrera que yo tenía. Me dedicaba al teatro muy exigentemente, me dedicaba a ensayar, a estrenar, algunos textos míos han tenido éxito y me han dado premios por el texto, alguna obra mía se ha estrenado en Argentina… pero nunca había intentado publicar nada ni había intentado escribir una novela. Si lo primero me ha salido así, ¿cómo lo voy a dejar ahora? Además, ya estoy trabajando en la segunda parte del Tesoro de Barracuda.
Eso te iba a preguntar, ¿habrá segunda parte? Porque el libro termina con Chispas, el protagonista, a la espera de que suceda algo.
Sí, habrá segunda parte. Lo dejé abierto desde el principio. Como no pensaba ganar, tenía claro que debía continuar la historia y tenía la idea para una segunda parte o una tercera. Esto tiene vida. Dejé un poco abierto el final, aunque no tenía muy claro si para un concurso era bueno presentar algo que no termina. Pero cuando ya había ganado y estábamos editando el libro, me dijeron: «A ver si puedes abrir el final un poco más», a lo que respondí: «Pues claro que sí». Así que ya estoy trabajando en el segundo, por lo que pudiera pasar.
Tras esta experiencia con la literatura, ¿planeas apartarte del teatro?
No podría. Mi intención es compaginarlo. Aunque nadie sabe lo que podría pasar, porque realmente la acogida del libro está siendo buenísima. Estoy apabullada con todo lo que está pasando, y ojalá el dilema sea a qué le dedico más tiempo.
¿Cómo describirías la experiencia de ganar un premio tan importante?
La primera palabra que se me ocurre es apabullante, y la segunda fantástico. Yo le decía a mi marido: «Creo que me he saltado un escalón, sino un piso entero», porque de no haber publicado nunca nada a de repente verme el 1 de abril sentada en la Real Casa de Correos, y la Princesa de Asturias diciéndome: «Llanos, empieza ya la segunda parte»… Como este año el Gran Angular ha quedado desierto, todo estaba centrado en Barracuda. La decoración, las azafatas vestidas de piratas…Ponte en mi lugar, no daba crédito a lo que estaba pasando. Y luego la gente de SM me ha tratado de forma exquisita, con cariño, respeto…que no es lo habitual en el mundo del teatro, un mundo que es muy duro. He tenido la suerte de que donde he caído me han tratado de forma exquisita.
A la hora de escribir El tesoro de Barracuda, ¿en qué te has inspirado, cuáles han sido tus influencias?
Me encanta García Márquez y me encanta Borges, pero, el mundo pirata, como escenario, donde confluyen un sinfín de gentes venida de muchos sitios, que se encuentran en un barco y que no tienen puerto ni rey, ni país ni nada, esa libertad, navegar, la camaradería…todo ese mundo me ha fascinado desde que era una chiquilla. A parte de Stevenson o de Salgari, yo creo que me he visto todas las películas de piratas que hay en el mercado, desde los piratas de Polanski hasta los de Errol Flynn. Ese tipo de pirata caballero, que tiene palabra y no la rompe.
Quería hacer una historia de piratas clásica. Pero también quería utilizar todo ese lenguaje… (Se ríe) porque mis piratas son como muy manchegos, con expresiones de La Mancha, chascarrillos, humor negro. Creo que no hay mejor forma de ser global que ser local, y, al final, todos venimos de alguna parte y se nos nota. Juntando todo eso y juntando la idea, yo tenía claro que no quería que Barracuda fuera un libro “colleja”. La editora los llamaba así, “libros colleja”. Decía que hay muchos libros editados para niños que están continuamente diciéndole al niño: «Que te aprendas esto», «que tienes que ser así» (hace el gesto de dar una colleja) Y a mí me parece que en este libro un niño puede aprender bastantes cosas, pero no tiene la sensación de estar aprendiendo nada. A veces pasamos por ese mito de que todo lo que lee un niño tiene que ser didáctico, tiene que enseñar algo… A mí me parece que la forma de llevar a los niños a la literatura es que entiendan que la literatura es para disfrutar. ¿Que aprendes cosas? De todo se aprende, pero lo principal es disfrutar. Como bien decía el presidente de SM: «Los niños aprenden como aprende Chispas», y aprende lo que se debe hacer y lo que no, lo que funciona y lo que no, gracias a la vida que te va enseñando como le enseña a él. Esa era la meta que yo perseguía, que sobretodo fuera una historia entretenida.
A la vista está que para ti la lectura es fundamental.
Otra de las cosas de las que hablo en el libro, a parte de la importancia de aprender a leer, es lo importante que es aprender en general. En el mundo en el que vivimos, donde todo es visual, todo es rápido, todo es instantáneo, el valor de la sabiduría y del conocimiento se está diluyendo. Eso es lo que más me importaba de esta historia. En un mundo tan visual, donde todo te lo dan masticado, hecho, la lectura te permite a ti poner caras, te imaginas lo que estás viendo, en lugar de que te lo den ya hecho. Además de ortografía, gramática, se aprende a imaginar. E imaginar es muy importante.
Título: El tesoro de Barracuda. Autor: Llanos Campos. Ilustraciones: Júlia Sardá. Editorial: Ediciones SM. Número de páginas: 152 págs. ISBN: 9788467552997
(Esta reseña fue publicada en la Revista Vísperas / Primera época)